Madrid
En el vaso de leche del desayuno, los veganos ven las ubres de la vaca conectadas a una máquina extractora. El chuletón en su punto de la comida les recuerda que hubo una vez un cerdo hacinado junto a otros comiendo anabolizantes y retozando en sus excrementos. En la tortilla de la cena, los veganos ven gallinas apiladas, con la luz encendida no vaya a ser que duerman, dejen de comer, crecer y producir. Lo ven y, como no les parece justo, no lo comen.
A diferencia de la dieta vegetariana, el veganismo es una forma de vida a la que cada vez se apunta más gente en España, con una ética que rechaza cualquier tipo de explotación animal ya sea en la industria de la alimentación, del entretenimiento o en la ciencia.
“De pequeño, a mí tampoco me gustaban las verduras”, explica Toni Rodríguez, cocinero vegano que no utiliza en sus recetas ningún producto procedente del animal incluyendo derivados como la leche, los huevos o la miel. Con 26 años tiene una pastelería en Barcelona, planea abrir un restaurante en Madrid y acaba de publicar un libro de recetas. Mientras prepara una receta dulce y otra salada para EL PAÍS, Rodríguez cuenta que siempre le habían parecido crueles las corridas de toros pero un vídeo le hizo tomar conciencia de que los mataderos de cerdos no lo eran menos.
Jasmijn de Boo también fundó un partido político en Reino Unido con el nombre Animal Counts (los animales cuentan), pero cansada del impenetrable bipartidismo pensó que podría aportar más desde otro tipo de organización. Desde 2011 dirige la Vegan Society, fundada en los años cuarenta por Donald Watson, uno de los dos vegetarianos estrictos que habían acuñado poco tiempo antes la palabra vegano para diferenciarse de aquellos que consumían derivados de la explotación animal. La organización tiene un programa online que se llama Vegan pledge (compromiso vegano) en el que pueden apuntarse las personas que quieran probar este tipo de alimentación entre una semana y un mes.De este tipo de imágenes está llena la web del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), en el que todos los miembros de la junta directiva son veganos. Fundado en 2003 con la intención de influir en los gobernantes pero no de tomar el mando, el único partido de defensa de los derechos de los animales en España ha ido multiplicando sus votantes en cada cita electoral a la que ha acudido.“En nuestros programas electorales defendemos el veganismo y el vegetarianismo y pedimos que se incluyan dietas de este tipo en colegios públicos, instituciones penitenciarias, hospitales, etc..", explica Silvia Barquero, portavoz del partido que atribuye a la “injusta” Ley Electoral el hecho de no tener todavía representación en el Congreso a pesar de haber alcanzado 102.144 votos en las Elecciones Generales de 2011.
¿Es sana la dieta vegana?
La Academy of Nutrition and Dietetics americana emitió en 2009 un informe en el aseguraba que, tanto la dieta vegetariana, como su versión estricta, son saludables para todas las edades incluido el embarazo, la lactancia, la infancia y la adolescencia. Este informe, corroborado por la Asociación Española de Dietistas y Nutricionistas, que representa a más de 2.500 facultativos, especifica que este tipo de alimentación debe estar "bien planificada" ya que puede presentar carencias de hierro, calcio y vitaminas D y B12.
La más peligrosa es esta última. La B12 se encuentra en la carne roja y es fundamental para el funcionamiento neuronal, de manera que aquellos que deciden adoptar una dieta vegana deben tomarla como suplemento alimenticio.
En 2011 una pareja francesa vegana fue condenada a una pena de prisión por negligencia tras la muerte de su bebé por la falta de esta vitamina. La madre no había tomado B12 ni antes ni durante el embarazo y el juicio concluyó que esto fue determinante para el fallecimiento del niño, según explica el abogado del matrimonio, Stéphane Daquo. Desde Entonces, Sergine y Joel Le Moaligou, que ya tenían otra hija de 13 años, han vuelto a tener un bebé. "Continúan con la dieta vegana pero bajo la estricta supervisión de un médico y de un juez de menores", cuenta el abogado, y "el niño se encuentra en perfecto estado de salud".
Sin llegar a casos tan extremos, en España hay discrepancias entre los expertos. La nutricionista Nuria Pardillo no recomienda la dieta vegana. Considera que a largo plazo puede ser perjudicial para la salud. "A partir de los 45-55 años empiezan a encontrarse agotados y a tener problemas de absorción", cuenta Pardillo y lo justifica ya que, por ejemplo, "para conseguir el hierro que hay en 100 gramos de carne habría que comer medio kilo de espinacas". "Somos lo que comemos", concluye la especialista, "pero no ahora, sino dentro de unos años".
Una alimentación con base filosófica
No hay cifras sobre el número de veganos que hay en el mundo, ni tampoco en España. Pero las asociaciones de protección de animalesaparecen en segundo puesto, por detrás de las de derechos humanos, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta a los españoles sobre las organizaciones que despiertan su simpatía.
Al argumento de que los animales carecen de razón y pensamiento consciente, el profesor tiene la respuesta preparada: "Hay humanos que tampoco poseen estas capacidades, como los niños o las personas con alguna discapacidad intelectual. Por eso la inteligencia no es un motivo para no respetar a los animales", sentencia Horta. Alegando que podamos sentir más empatía por nuestros iguales que por los animales, responde que "con esa afirmación justificaríamos también el racismo y el sexismo". "Nosotros damos nuestros argumentos y nuestras razones. Luego la gente decide".El profesor de filosofía moral y política de la Universidad de Santiago de Compostela, Oscar Horta, aporta el concepto de especismo, acuñado en los setenta por el psicólogo Richard D Ryder, que equipararía el desdén del hombre hacia los animales con el racismo o el sexismo. "En el pasado estas discriminaciones se consideraban algo normal. Lo que planteamos es que, en el caso de los animales, debe producirse una evolución semejante", explica Horta, y añade que ahora a "la mayoría de la gente le resulta extrañísimo que tengamos que respetar a los animales de la misma forma que a las personas".
Una web que hace felices a las vacas
Después de criarse con una alimentación típicamente americana, Eric Brent dijo basta a las hamburguesas, a las pizzas peperoni y a las lasañas congeladas y se fue a viajar por el mundo. Se dio cuenta de que era muy difícil encontrar establecimientos veganos y vegetarianos así que cuando volvió a Estados Unidos hace 13 años, fundó una página web para tenerlos localizados.
Se llama Happy Cow (vaca feliz) y ubica tiendas y restaurantes de los cinco continentes que no tienen en sus estanterías o cartas productos de procedencia animal. Desde hace tres años, para Brent se ha convertido en un trabajo a jornada completa y ya tiene 12 empleados. Ningúno come carne. Con 800 mil visitas al mes y aplicaciones para IPhone y Android, Happy Cow es una referencia para viajeros de esta filosofía y un escaparate para sus comerciantes.
Publicado en Diario El País
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